Opinión

TAFÍ VIEJO

Las deudas de la Democracia
El profesor taficeño Fernando R. Matiussi invita a la reflexión sobre temas de actualidad en una nueva columna de El Periódico del Norte

SáBADO 15 DE ABRIL DE 2023 · 18:52 HS

Fernando R. Matiussi

La deuda no sólo es externa, es la cara visible de lo que no se hizo, o no se hizo como debiera hacerse. La Dictadura fue la etapa más oscura de nuestra historia moderna, nos dejó un país devastado en múltiples sentidos, arrasando con la vida de miles de argentinos y generando un vacío cultural y social que hasta el día de hoy es complejo de imaginar y mucho más reconstruir. La deuda externa ya aparecía como un problema importante, la deuda es lo que siempre debemos y no podemos pagar y tal vez, y como indica la lógica, jamás podamos pagar.

En 1983 volvió la democracia con la fuerza, la necesidad y la alegría de lo que el Dr. Alfonsín nos prometía en su convicción, pero también en su quimera, "Con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura".Pronto comprendimos que la Democracia sin dirigentes competentes, sin recursos, sin trabajo, sin actitudes patrióticas, no bastaba, y que esa maravillosa frase iría perdiendo sentido, y se transformaría en una nostalgia para los jóvenes de esos años. Queríamos libertad para pensar, para educarnos, para ser jóvenes, adolescentes y niños pero también soñábamos con una Argentina mejor a la que nos había dejado la dictadura.

Este año se cumplen los 40 años de la democracia y la democracia tiene muchas deudas, tiene muchas promesas incumplidas, tiene muchos dirigentes que nos estuvieron a la altura de conducir a nuestro país a no vivir en permanentes crisis, y de ver cómo se fueron desintegrando esos sueños. Los escalofriantes números del Indec sobre pobreza e indigencia que publicó en el mes de marzo, muestran a las claras de lo que la política y los políticos no han podido resolver en estos 40 largos años y es más, sólo se han dedicado a empeorar, se han dedicado a construir un país de ricos cada vez más ricos (entre los que se cuentan muchos de ellos) y pobres cada vez más pobres.

En el segundo semestre del año pasado, la pobreza fue de 39,2% y la indigencia de 8,1%, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Estos porcentajes implican que en la Argentina hay 18.679.605 de pobres y 3.859.816 millones de indigentes; esta cifra surge de una extrapolación de la cifra de los conglomerados urbanos registrados por el Indec a todo el país y permite medir con mayor precisión el fenómeno de la pobreza en las áreas no alcanzadas por las estadísticas oficiales. En cuanto a grupo de edad, el INDEC destaca que un poco más de la mitad (54,2%) de las personas de 0 a 14 años son pobres.

Pero la democracia también tiene deudas en la violencia y la justicia, las manos que le cortaron a Perón, los muertos de la Amia y la Embajada de Israel, la desaparición de Julio López, testigo clave en los juicios de los asesinos de la Dictadura, Kosteki y Santillán, asesinados por la policía, los muertos en diciembre de 2001, los saqueos y la tragedia de Once, los muertos de desnutrición de los pueblos originarios, y los desnutridos de Tucumán que se encargaron de disimular, María Soledad Morales y Paulina Lebbos, el maestro Fuentealba, el ARA San Juan y tantos otros que no alcanzarían las páginas para mencionar los muertos sin justicia o una justicia a medias que lejos de reparar, ha despertado su no creencia, su no confianza. La democracia se sustenta en la justicia, la equidad, la libertad y esas deudas siguen impagas y de esas deudas nadie pide perdón, como cuando hicieron volar un pueblo para tapar la venta ilegal de armas y hasta el “accidente” del hijo de un presidente que nunca terminó de esclarecerse.

Los dirigentes no están acostumbrados a pedir disculpas, mucho menos a repararlas, no hacen mea culpa ni disimulan sus impericias, porque somos, en lo más profundo, un país que no sabe adónde se dirige, o lo que es peor, aparecen la frases triviales “es lo que hay” “esto no cambia más” “la única salida es Ezeiza”. Argentina está atravesada por el exilio, interno y externo, hay muchas Argentinas en un mismo país, pero todas deambulan buscando un norte, buscando el sentido de hacia dónde nos dirigimos con el anhelo de lo que venga sea algo un poquito mejor.

Frases y slóganes vacíos fueron poblando nuestra idea de nación, de sociedad, de democracia, nos fuimos creyendo que éramos “derechos y humanos” que este “es un país con buena gente” que “la patria es el otro”, pero a cada paso nos tropezamos con la estafa, la avivada, la violencia y la alteración por las injusticias que se sufren. Un país de privilegiados, con una casta que se cree impune de todo, no puede jamás construir una verdadera sociedad equitativa.

La democracia es una profunda grieta de dirigentes que no se han podido poner de acuerdo en dos o tres temas vertebrales, no han podido consensuar qué hacer con la economía, la educación, los recursos naturales. Más de 8 millones de hectáreas se han deforestado desde 2008 y otro tanto han devastado el medio ambiente la minería a cielo abierto y los proyectos de la explotación de litio que nuestra condena a seguir proveyendo materia prima.

Necesitamos con urgencia un proyecto de país y de sociedad que contemple a todos, sin excluir a nadie, necesitamos una agenda de consenso y diálogo en el que la dirigencia política y económica condenen la pobreza, la indigencia y la marginalidad como el verdadero mal que aqueja a la democracia. Necesitamos una agenda de prioridades reales, que tenga claro qué es lo urgente y qué es lo importante. La pobreza siempre es violencia, siempre da como resultado lo peor, y con estos niveles, no tenemos un buen panorama a lo que viene.

En el diario la Nación aparece que de cada 100 productos agropecuarios que se comercializan en el mundo, 11 son argentinos, es decir que el 11% lleva el sello nacional. En rigor, en 2020 en el mercado mundial el país se posicionó como 1° exportador de harina y aceite de soja, aceite y jugo de limón, maní y porotos; el 2° exportador de yerba mate; el 3° de granos de soja; el 4° lugar en peras y leche en polvo y en el 5° puesto como exportador de harina de trigo, carne bovina, lanas, aceite de girasol y camarones y langostinos. Sin embargo millones de argentinos no tienen una comida nutritiva en sus mesas, otros tantos se saltean comidas y otros tantos comen directamente parte de los desperdicios.

La celebración de los 40 años puede convertirse en un show más de los tantos que se utilizan para “incluir”, o ser una verdadera refundación de la Argentina, con la urgente convicción de que tenemos que hacer algo entre todos para salvar la democracia, no ya de los militares, sino de los políticos nefastos que han asaltado el poder y de los otros tantos, que esperan su turno.