De mi mundo de los recuerdos resplandece nítidamente la procesión del Corpus Christi. Tomados de la mano con mi hermano Juan Carlos y mi madre recorriamos las calles junto a Jesús y a la multitud de tucumanos que se volcaban masivamente en un acto de fe. 

En aquellos tiempos las estrellas federales, que todos las deben haber visto alguna vez, grandes y rojas con perfume a patria y a tradición, abundaban. La procesión partía lentamente en un clima de amor del colegio Sagrado Corazón. Las estrellas federales alfombraban las calles, en las esquinas altares, preparados para la ocasión, rodeados por la Bandera celeste y blanca. "Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar y la Virgen Concebida sin pecado original" cantábamos al unísono, en cada altar se detenía la procesión y rezábamos las oraciones que indicaba la liturgia. 

La plaza era un jardín, los balcones  florecían de religión y patriotismo. No pasaba desapercibida la mansión Nougués,  actual dirección de turismo, por la majestuosidad que presentaba. Así llegábamos a la Catedral entonado ¡ Salva al Pueblo Argentino Sagrado Corazón ! Mientras que el Arzobispo se preparaba para celebrar la Santa Misa. Benditas calles tucumanas que acompañan nuestra Fe. Fe en Jesús Sacramentado que nos ayuda a vivir y a morir con Esperanza.