Taficeños

“Tengo mi corazón mirando al norte”
En la séptima entrega de "Taficeños", Franco La Pena nos cuenta la historia de Cecilia Mele, desde Villa General Belgrano (Córdoba). Hija del conocido vecino "artesano de la bicicleta" Norberto Mele

SáBADO 01 DE MAYO DE 2021 · 11:15 HS

Franco La Pena

Dejó Tafí Viejo por amor y persiguiendo un proyecto de vida. Pero es tan grande el sentimiento hacia la “Capital Nacional del Limón”, que pareciera nunca se hubiese ido. “Como dice la canción de Abel Pintos: no tengo que volver, si nunca me fui”, asegura Cecilia Mele desde Villa General Belgrano (Córdoba). “Siento que, cuando voy llegando a Tafí Viejo, nunca me fui. Recorro los espacios y me apropio de la plaza porque sigue siendo mi lugar. Yo siempre estoy ahí”, agrega casi de inmediato y sin dejar de atender los quehaceres domésticos. “Mientras te respondo, estoy tostando tortillas de la panadería que está en la esquina de la casa de mis padres, en Congreso y Sarmiento. Mi hijo es fanático (risas)”, comenta toda divertida.

Hija de Norberto Mele (tal vez, el bicicletero más emblemático de la ciudad), Profesora de Danzas y Licenciada en Ciencias de la Educación. Arraigada a su lugar de origen, familia y costumbres, disfruta las bondades de un pueblo que la cobijó y al cual aprendió a conocer, valorar y querer por todas las posibilidades que le brindó.

“Hay gente que se desarraiga con facilidad, yo le agradezco a VGB poder sentirme parte porque me dio muchas oportunidades de crecer Lo quiero porque me adoptó. Pero en mi corazón siempre hay un lugar para mi Tafí Viejo, Tucumán… el norte. Son mis raíces y mi tonada. Mi forma de ser y eso le transmito a mi hijo, porque lo comparto con mi esposo. Tenemos el corazón mirando el norte”, explica con un suspiro que deja en evidencia sus sentimientos.

“Creo que la gente debe buscar su lugar en el mundo. A veces es donde naciste y otras veces está en otros rincones. Irte del lugar que naciste no te hace olvidarlo, te hace aprender a quererlo de otra forma. Muchos no querrán volver, otros extrañarán mucho... cada cual mira, vive y siente con sus propios lentes. En mi caso, no tengo que volver porque aun estando en otro lugar, siento que nunca me voy, que nunca me fui”, explica Cecilia quien, además también es fanática del fútbol. “Los Mele somos todos de Atlético Tucumán. Mi abuelo fue Socio Vitalicio y mi hermano Pablo también es socio. En mi caso, adopté al “pirata” cordobés (Belgrano) y, mi esposo, hizo lo propio con el decano tucumano”.

¿Cuándo te fuiste de Tafí y qué te motivó a irte?

En Julio de 2012 llegué a Villa General Belgrano. Y todo nació por un proyecto de familia porque me casé en 2009 con un cordobés, que no es de VGB, sino de Almafuerte, muy cerquita. Él, desde su adolescencia y junto a un grupo folclórico argentino, participaba de diversos eventos aquí. Nos conocimos bailando, yo en “Huellas del Horizonte” y cursando el profesorado de danzas. El folklore tendió un puente entre ambas ciudades y decidimos darle para adelante.

Vivimos 2 años en Tafí… habíamos hablado sobre la posibilidad de vivir en Córdoba y, cuando llegó el momento, para mí fue bastante difícil porque estaba muy adaptada a mi ciudad. Veía que mi esposo no tanto, pese a que ama mucho Tafí Viejo y siempre digo que es el más tucumano de los cordobeses (risas).

Nos vinimos porque le surgió una propuesta laboral muy importante. Yo soy docente y en todos lados hay escuelas, además de planificar un proyecto de familia juntos y estar en un lugar que nos permita desarrollarnos y crecer en todo sentido.

Me arrastró el amor. Nosotros veníamos de vacaciones siendo novios y nos gustaba. Hacíamos planes y terminó siendo así.

¿Por qué a VGB? ¿Cómo es la vida ahí?

Tiene ese encanto de pueblo que también encuentro en Tafí Viejo. Tafí es pueblo, pero gran ciudad a la vez. Esto sigue siendo pueblito enclavado en las sierras, muy bonito, ordenado y limpio; su paisaje es hermoso. Es pueblo, pero con una movida cultural y turística intensa. No hay tiempo de aburrirse, es muy activo. Tiene una idiosincrasia particular por su mixtura entre lo argentino y lo europeo (Alemania y Austria). Es algo así como el pueblo del cuento Heidi, pero en Argentina.

Nos gustaba el lugar para establecernos como familia, criar un hijo, por el contacto con la naturaleza y porque la gente es muy respetuosa. Está lleno de fiestas y resulta pintoresco, por eso lo elegimos. Es único.

La vida es tranquila y a la vez activa. Aquí siguen dejando la puerta abierta, no hay inseguridad. El ciudadano tiene mucho respeto por la naturaleza y está muy desarrollada la conciencia de cuidar el lugar (calles, arroyos) o de clasificar residuos. Recibe muchos turistas y su gastronomía es hermosa. VGB está lleno de espacios verdes, arroyos y plazas. Al costado de la Escuela a la cual va mi hijo, hay un arroyo y debemos cruzar un puente… todo va en consonancia con una forma y estilo de vida que es apacible. La comunidad es solidaria y atenta a incluirte cuando vos llegás.

¿Es fácil arrancar de 0 en un lugar distinto y lejos de los afectos? Con el miedo lógico de lo desconocido.

Particularmente me costó bastante. Hice un duelo muy largo y en soledad porque mi marido se vino primero ya que debía arrancar en su trabajo. Fueron 6 meses así, porque dejaba cabos sueltos y sabía que me iba definitivamente. Dejé el trabajo y afectos, ese fue mi arrancar de 0… pero en VGB tenía amigos de mi esposo a quienes ya conocía de antes. Con eso fue un poco más fácil porque me orientaron y ayudaron mucho. Nos reuníamos a compartir diversas cosas y me servía para no extrañar tanto.

Por supuesto que la nostalgia es permanente ya que somos arraigados a lo nuestro, pero en lo cotidiano uno se empieza a acostumbrar. Me pasa al caminar y sentirme parte del pueblo. Hoy estoy en las sierras, con un lindo entorno y siento que estoy en algo similar. El clima es muy frío y yo muy friolenta, nada que ver con la temperatura tucumana. El invierno me cuesta y la paso encerrada.

Como te decía, soy Docente y comencé con poquitas horas en el pueblo de mis suegros. Aparecieron horas en el Colegio Alemán (muy lindo y prestigioso) y actualmente estoy cubriendo la suplencia en la Dirección del Secundario de este Colegio. Realmente me siento muy bien.

En septiembre del 2012 quedé embarazada y, a partir de eso, uno comienza a buscar todo para echar raíces porque así pasa con un hijo. Hay que ver la Escuela, una Pediatra… van haciendo amigos. Nació aquí y eso también nos hace querer aún más el lugar. Lógico que las comidas, olores, sabores y/o lugares los vas supliendo. O cuando voy a Tafí recupero eso.

Y el miedo… tuvo que ver con llegar sin tener un trabajo y que nadie te conozca. Pero el anclaje era mi esposo y de a poco nos fuimos acomodando a la comunidad. Vamos de a poquito, pero re bien. Hoy siento que estoy muy adaptada, pero la nostalgia está siempre presente.

¿Qué haces en VGB? ¿Qué diferencias y similitudes hay con Tafí Viejo?

Me formé como Profesora y Licenciada en Ciencias de la Educación, mi área es la docencia. Trabajé mucho en el Colegio Ntra. Sra. de la Consolación. Aquí empecé con 4hs en Almafuerte (pueblo de mis suegros) y después fue aquí, en el Colegio Alemán donde arranqué como Docente y ahora soy Directora. Es muy lindo porque que tiene la impronta de enseñar ese idioma y todo lo relacionado a dicho país y con permanentes intercambios de alumnos, algo que me encanta. Por suerte pude desempeñarme en mi ámbito profesional.

Los 2 lugares son pueblos. Tafí creció mucho y ya casi no hace falta irte a la “ciudad”, como decimos, porque tiene todo. Pero mantiene ese encanto de pueblo que VGB también tiene.

Quizás aquí siga siendo más pueblo porque se trata de conservar esas características, o por el hecho de estar un tanto más alejados de la Capital. La gente se conoce y tienen confianza, los bares dejan las sillas y mesas afuera durante la noche, nadie rompe. VGB es muy hospitalario con el turista y cuenta con muchas festividades.

Aquí la impronta, como te contaba, es centro europea ya que uno ve la cultura alemana en la gastronomía y la construcción que existe

Me gustan ambos porque tengo todo lo que necesito y estoy alejada del ruido, además de existir mucho verde. El clima es seco y frío, me costó y sigue costando. Se necesita una buena calefacción, no así el aire como pasa en Tucumán (risas).

¿Qué se extraña?

Los afectos. La familia y los amigos. El resto se acomoda porque uno se termina habituando al trabajo. Y si extrañas la comida, aprendes a comer otra cosa y todo está bien. Irremplazables son los momentos, no poder estar en algunas situaciones o el compartir momentos importantes. Extraño mi Academia de Folklore porque aquí no encontré algo similar y es algo pendiente

Pero tenemos la tecnología que ayuda a suplir, en parte, esto de la distancia.

Pensaba hoy en que el desarraigo es una aventura, que algunos sufren, otros disfrutan, y otros como yo se adaptan, aprenden, crecen y valoran el lugar que los cobija. Pero siempre con un rinconcito de nostalgia y amor eterno al lugar en que uno nació.

Me siento bien aquí y cuando voy a Tafí, me siento bien allá. Tengo dos hogares a los que siempre puedo volver.

Uno tiene en el corazón un espacio para la nostalgia cuando vive fuera porque uno elige y nadie lo obliga a irse. Yo elegí por un proyecto compartido y vine a formar mi familia en un lugar que siempre dijimos estaríamos bien y como queríamos. Y que uno se adapte y apropie del lugar, no quiere decir que deje de extrañar.

Antes de la entrevista, nunca me había puesto a pensar en profundidad este tema

¿Cada cuánto volvés?

Salvo este tiempo de pandemia, voy seguido. Fijo fijo, voy siempre para Año Nuevo porque después nos quedamos en enero. También en Julio y/o algún fin de semana largo, o eventos familiares cuando me avisan con tiempo. Mi familia viene para febrero, mayo (cumple mi hijo), octubre (mi cumple y Fiesta de la Cerveza), nos turnamos. A mi esposo le gusta ir, a mi hijo también. Vamos con mucha frecuencia.

Estuve del 27 de diciembre al 27 de enero en Tafí. Voy muy seguido y nunca me quedé tanto tiempo. Por eso el volver a VGB hace que me cueste reordenar ideas, corazón y cuerpo. En general voy por menos tiempo y eso me sirve para adaptarme. Quizás el año que pasamos, y el no verlos, me hizo replantear muchas cosas.

¿Qué cosas de Tafí Viejo contaste en VGB? ¿Conocen algo de aquí? ¿Ya dijiste araca?

Si algo tengo, es que yo no pierdo la tonada tucumana. Entonces aquí, apenas hablo, se dan cuenta al instante. Llevo varios años y no se va, mi esposo dice que, cada vez que voy a Tafí, vuelvo con la tonada más firme y marcada que antes (risas). El “Oficial Gordillo” ayudó mucho a conocer el lenguaje tucumano.

A la gente le gusta mucho y en el Colegio, al principio, debía hacer una entonación un poco más neutra. Pero ya se habituaron. Los alumnos me preguntan “profe, ¿qué significa chango?” (risas)… uno ahí va contando de nuestra cultura y tenemos taficeños viviendo aquí. El “araca” es permanente en casa.

A los chicos les hablo de nuestras comidas y nos resulta gracioso porque mi hijo habla los 2 “idiomas”, cordobés y tucumano (risas). Hay palabras, por ejemplo “oflador”, que aquí es el palo de amasar. Pero al verbo “oflar” no lo conocen (risas). Pasa lo mismo con felpa y fibra (o fibrón); pero si a mi hijo le pido las felpas, sabe a lo que me refiero. Parece mentira, pero vivimos en un mismo país con diversas características, existen diferencias idiomáticas y nos genera simpatía. Cuento costumbres, comidas. Hablamos de Atlético porque soy fanática del “deca” y mis alumnos también aman el fútbol.

Hablamos de las empanadas porque aquí se hacen con carne molida (“picada” le dirían ellos) y no cortada a cuchillo como nosotros. Y bueno, mis alumnos me piden empanadas para probar (risas).

¿Qué cosas te sorprendieron de VGB?

Lo que más me sorprendió y admiro, es que el ciudadano está muy comprometido con el pueblo. Al ser pequeño, la participación de la gente es muchísima; son muy activos en ese sentido y permanentemente le están marcando al Intendente sus promesas de campaña o algunas falencias para solucionarlas cuanto antes y brindarle así mejoras a la sociedad.

La gente acerca muchas propuestas y siempre está dispuesta a ayudar. Hacen críticas constructivas porque sólo piensan en el beneficio de VGB. Valoro la conciencia ambiental y que sea seguro para mí y mi familia ya que mi hijo camina tranquilo y el lugar no está tan contaminado como otras ciudades. Me gusta estar rodeada de ríos, arroyos y lagos.

Quizás lo primero que me sorprendió fue la cantidad de Fiestas que tiene el pueblo y que están pensadas para atraer turistas. Otra cosa es la limpieza de calles, todo impecable y eso refleja la conciencia de la gente sobre la importancia del medio ambiente. Es un pueblo muy ordenado y limpio. Muy organizado y lindo. No sé si esto último me sorprendió, porque lo conocía como turista, pero otra cosa es vivir. Es muy hospitalario y admiro la coexistencia del argentino con el centro europeo… terminás comiendo una Selva Negra con dulce de leche (risas).

En el día del pueblo, desfilan los gauchos a caballo y también la gente con traje típico alemán. Se festejan días patrios, pero también la Reunificación alemana y todo en un marco de absoluto respeto.

No quiero olvidarme de mencionar algo que me encanta del pueblo y es la llegada del “Oktoberfest” (Fiesta Nacional de la Cerveza). Todos trabajan de una forma tan linda y unidos, juro que emociona. Es maravillosa y todos se preparan de la mejor forma, la esperan todo el año y las calles se adornan con cintas y banderas de colores, se embellece todo.

Se desfila con trajes típicos y el pueblo vive una fiesta hermosa y con total armonía junto a los turistas. Desfilé muchas veces, al principio sola y luego lo hice con mi esposo y también con mi hijo. Es la identidad del pueblo y todos trabajan para lograr el objetivo de hacer mágico este evento. Cuando termina, el pueblo entra en un letargo y se adormece. Se retoman actividades, pero esperando la fiesta máxima vuelva.

¿Cómo pasaste el tiempo de pandemia?

Fue todo muy sorpresivo, pero me tocó vivirlo con muchísimo trabajo. Y mi esposo trabajando en el área de eventos y cultura de la Municipalidad donde, si bien no se podían organizar actividades, todo debía hacerse de forma virtual y él está formado en esa parte. En mi caso, como Docente y actualmente siendo Directora, tuve que organizar todo el sistema ya que tengo cursos a cargo… fue muy complejo mantener el vínculo con los chicos y sostener lo pedagógico desde lo virtual.

Fue un tiempo de mucha soledad y en el pueblo fue muy estricto. No olvides que aquí se vive del turismo y el perjuicio fue grande ya que estuvimos sin fiestas ni ese colorido e identidad que caracteriza a Villa General Belgrano. El deterioro económico fue enorme y resultó muy triste ver locales cerrados.

Pero la gente aquí fue muy respetuosa de los protocolos que se establecían, nos cuidamos mucho porque, al prohibirse las reuniones, se permitió estar bien en la parte sanitaria. Algo se recuperó durante el verano, veremos qué pasa más adelante.

Pero nosotros estuvimos ocupados laboralmente y con las actividades de mi hijo. Extrañamos ir a Tucumán y que mi familia viniera. Nos conectamos gracias a la tecnología.

Como taficeña, ¿qué te genera el ver que muchos dejan la ciudad buscando mejores oportunidades?

Yo me fui por otros motivos. Siempre hay cosas por mejorar.

¿Es VGB donde pensás radicarte en forma definitiva?

Siento que, definitivo, no tengo nada. De momento te digo que sí, pero si algo pasara y uno evaluara, por ahí digo que me volvería a Tafí. Y a veces pienso que no porque mi trabajo está acá y mi hijo nació aquí. De momento es el lugar en el que me quedaría porque tengo mi familia y proyectamos quedarnos.

Pero bueno, nada es definitivo y ninguna situación es irreversible, por eso no descarto en algún momento y si es necesario, trasladarme a otro lugar si es que la vida así lo quiere. No me arriesgaría decir “otro país”, pero bueno, uno nunca sabe. Aquí desarrollamos nuestra familia, nos sentimos habituados a estar y ser parte.

¿Es costosa la vida ahí?

Es un poco más caro que otras localidades de Córdoba porque apunta al turismo que a veces es selectivo. Y por eso nos quejamos ya que los precios no hacen diferencia con nosotros los que habitamos. No es algo excesivo, pero, si podés marcar ciertas cosas en cuanto a lo alimentario u hotelería.

Con mi marido, en la época de novios, en Tucumán salíamos por deporte (risas), pero aquí la pensás varias veces antes de salir a comer y ni hablar de la temporada alta. La Villa es de turismo permanente, ya no en una determinada época del año. Entonces, muchas veces nos vamos a localidades vecinas para comprar lo que haga falta o comer algo.

En todo este tiempo, ¿te pasó algo que te haya hecho pensar en volverte?

Me tiran mucho los afectos, pero no pensé en volver para quedarme. Pero el año pasado, con esto de la pandemia, sentí la necesidad de estar por el hecho de compartir con ellos ya que estamos muy acostumbrados a eso, al disfrutar diversos momentos y estar cerca.

Si un taficeño está pensando en buscar su futuro, ¿le recomendarías VGB?

Creo que eso depende del objetivo personal y la forma de vida que esa persona esté buscando construir o desarrollar. Si estás buscando un aire de pueblo, con mucho verde, en contacto con la naturaleza, sin contaminación de aire y ríos, con muchas plazas y tranquilo, sí, claro que lo recomiendo. Eso si, por el clima no lo recomiendo ya que soy muy friolenta (risas).

Pero la vida es muy tranquila, se disfrutan las sierras y es re tranquilo para criar niños. Muy pintoresco, ordenado y limpio. Hay muchos que buscan ruido y shopping, pero aquí no existe eso. Tipo 01 am ya está todo cerrado ya que es muy familiar.

Creo también pasa por lo que uno quiera hacer ya que hay muchas áreas que no están desarrolladas y por eso muchos chicos deciden irse a Córdoba capital para estudiar. Hay mucha gente de Bs. As. radicada porque le escapa al movimiento de la gran ciudad.

Como te digo, es tranquilo y con sus fiestas, amigable con la naturaleza, sin grandes construcciones ni semáforos. La idea es que todo lo que se construya sea en consonancia con la naturaleza.

Siendo Docente, ¿qué análisis haces de la Educación actual? ¿Estás de acuerdo con la presencialidad en las aulas en este tiempo?

La Educación es una actividad fundamental y esencial en la vida de una persona. Si nosotros pensamos los años de educación obligatoria que tenemos, entre nivel Inicial, Primaria y Secundaria, los chicos pasan muchas horas al día, muchos años, en la educación formal. Ni hablar el que sigue una educación universitaria, por eso creo que siempre está en el centro del debate, en la agenda y siempre es cuestionada. 

Lo que nos pasó nos conmovió y también a muchas coordenadas de la Escuela en su espacio y tiempo; la organización, rituales, etc. Y si bien uno lo extrañó, porque se acostumbró a hacerlo, soy de la idea que la pandemia siempre permite algo positivo. La Escuela necesitaba incorporar la tecnología, pero claro que debíamos hacerlo de otra forma y con mejor preparación, no como el año pasado que fue como correr una maratón sin habernos preparado. El que no se preparó, a mitad de camino quedó sin aire, ¿me explico? Tuvimos que hacerlo a la fuerza sabiendo que muchas cosas que llegaron están buenísimas y pudimos incorporarlas. Ese fue un gran envión para que muchas cosas se queden y nos pongamos a tono con el mundo tecnológico que viven nuestros niños y adolescentes.

Por un lado, vivimos en una sociedad profundamente desigual y que no escapa a lo educativo. Eso quedó a la vista y saltó a la luz el año pasado, que existen quienes pueden acceder a los recursos y otros no. Me refiero a los chicos y también a docentes que quedaron fuera del sistema educativo y sin la capacitación adecuada.

Y eso pasa por algunas decisiones políticas que se toman, muchas veces tardías y cuando todo ya pasó, por eso digo que falta planificación estratégica en políticas educativas. Esto nos encontró en una situación caótica y que hizo que muchos chicos queden fuera del sistema ya que no cuentan con posibilidades y/o herramientas, dentro del entorno familiar, de aprender.

Por otro lado, yo lamento el año pasado no se haya considerado esencial a la educación. Entiendo hubo muchos lugares donde el pico de contagios fue altísimo. Pero en otros lugares, como VGB donde los casos fueron muy pocos, no dejaron que los chicos vinieran 2 veces a la semana, por ejemplo, o de forma progresiva. De alguna manera que pudieran estar en la Escuela sin perder el total contacto humano porque estuvieron gracias a la pantalla y se pudo sostener el vínculo pedagógico.

Los Docentes hicimos hasta lo que no estaba a nuestro alcance. Y creo que también nos dimos cuenta de que el aprendizaje tiene algo esencial que es el vínculo, el contacto humano y eso no se reemplaza con nada. Aprendemos con los pares, con los compañeros, con el docente, en el encuentro con el otro y con la mirada. La Escuela ofrece a los chicos una herramienta importantísima, y quizás única, para la vida. Y si la Escuela no está, se genera una enorme desigualdad entre los que van y los que no, por eso digo que debe permanecer abierta con los protocolos y de forma alternada.

Muchas veces ni siquiera en la familia se ofrece el espacio que la Escuela les da a los chicos y no debemos perderla. Salvo que la situación sanitaria se transforme en catastrófica. Si se mantienen abiertos tantos espacios sociales, ¿por qué la Escuela se tendría que cerrar?... creo que con protocolos y haciendo aislamientos preventivos, puede funcionar. La Escuela no puede volver a cerrarse bajo ningún punto de vista porque veo la diferencia entre el ir y no hacerlo y como vive el niño la situación. La pantalla acompaña, pero no suple. Insisto, la educación es esencial.

La sociedad le endilgó a la Escuela muchas funciones que no son específicas, entonces en la Escuela se come, se vacuna, se asiste, se cura, se contiene, se socorre… son todas funciones anexadas que en otros espacios sociales no se da.

La Escuela tiene una esencialidad pedagógica que debemos recuperar porque te da herramientas para afrontar la vida. Entonces si la cerramos, dejamos a los chicos con un gran problema de cara a su futuro porque en el encuentro se produce el aprendizaje. Tantas cosas abiertas y piensan en cerrar la Escuela que es el lugar donde más cuidados hay…

¿Te hubiese gustado tener una profesora como vos?

Nunca lo había pensado ni planteado. Creo eso debieran responder mis alumnos y hace a la devolución, a sus miradas sobre mí.

Desde el compromiso, siento que tengo una vocación muy fuerte por lo que hago y lo elijo cada día. No lo descubrí de entrada, pero si en el ejercicio de la profesión y realmente me encanta esto y la responsabilidad que me genera, por eso doy el 101% y trato de brindarle a mis estudiantes con todo lo que pueda darles. Acompañarlos y darles herramientas que les sirvan para enfrentar la vida y construir su futuro. Saben que cuentan conmigo a toda hora y siempre busco ser comprensiva y empática con ellos, como también que, si tienen algún proyecto en mente, trato de sacarlo adelante poniendo todos mis recursos a su disposición.

Siento que tengo el privilegio de trabajar con personas y, como decía la “Tía May” (tía de “Peter Parker”, SpiderMan) “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Yo creo que la docencia es así porque uno puede dejar huellas y marcar a las personas. Mi compromiso es poder marcarlos y que eso sea valioso y para bien.

Hago mi trabajo con pasión y poniendo el corazón.

Aclaro que siempre estoy dispuesta a aprender y mejorar porque es la clave para seguir enseñando. Soy de escuchar mucho y entender que las cosas van cambiando y acomodándose de acuerdo con las circunstancias.

La verdad tuve docentes buenísimos en mi secundaria y los recuerdo a todos con mucho cariño. Fui alumna en el Colegio Ntra Sra de la Consolación y realmente fueron muy comprometidos, por eso les agradezco. Me brindaron herramientas muy útiles y que hoy puedo aplicar en varios aspectos de mi vida.

Me dijiste que en VGB no encontraste un lugar como "Huellas del Horizonte" para bailar. ¿Qué te genera? ¿Qué significa en tu vida?

Me emociona mucho porque siento es algo que dejé. Uno vive la aventura del desarraigo sabiendo que gana y pierde cosas. Pero no es culpa de nadie, son decisiones y proyectos que uno eligió con otra persona.

Es una actividad que me unió con mi esposo, pero, por esas cosas de la vida, no pudimos darle continuidad. Bailamos en alguna fiesta familiar, pero no como lo hacía en Huellas. Es algo que extraño porque lo hice durante casi 15 años y el baile es la excusa de haber conseguido tantos amigos, además de haberme permitido conocer lugares, gente linda y tantas experiencias que gracias a Dios pude compartir con mi familia.

Huellas me genera mucho, es muy significativo. Hubo una época en la que bailar era el centro de mi vida. Amé Huellas y todo lo que viví, por eso está muy arraigado en mi corazón. Hace a mis raíces. Siempre cuento que soy profe y muestro fotos a mis estudiantes. Es mi familia y sé que en algún momento voy a encontrarme con la danza porque el profe Marcelo Zelaya siempre me dejó la puerta abierta para cuando desee volver o poder bailar si es que coincidimos en algún lugar o evento. Tiene un lugar muy especial en mi corazón porque fue de lo mejor que me pasó en la vida.

Las historias de vida son únicas y contarlas tiene su magia. Es una huella profunda que tengo y siempre extraño. Cada escenario o competencia; cada preparación de horas de ese cuadro “Cristo, la Pasión en nuestra tierra” ... la noche previa de ensayo con el frío y probando las luces; lavar el vestuario. Todo se disfrutaba como aquellas cosas que haces con el corazón. Siempre supe que me gustaba bailar y anduve por muchos grupos de danza, pero fue Huellas donde encontré mi espacio y crecimiento. Tengo amigos entrañables, viajes, anécdotas hermosas y poder compartirlo con mi familia no tiene precio.

También creo que por mi gran apego a Huellas y el tiempo que bailé ahí, me costó encontrar un espacio acá para bailar. Pero bueno, la vida es así y yo me quedo con cada momento de felicidad, con cada desvelo, con cada sensación de felicidad y disfrute en el escenario. Con las salidas postergadas por ir a ensayar, con el dinero que no gasté en otra cosa por hacerme algún vestido o pagar algún viaje, con cada amigo que hice... cada cosa en la vida tiene su tiempo y ese tiempo fue maravilloso y único. Pero ya pasó y no habrá algo igual.

Y lo digo con mucha emoción y gratitud, más que con tristeza. Con lágrimas en los ojos, pero sonriendo.

Como Profesora de Danzas, ¿pensaste en hacer algo similar al cuadro de “Cristo, la Pasión en nuestra tierra” en VGB?

Sin palabras, siempre fue muy emocionante. Antes lo hacíamos en el Cine Teatro Metro y después, en el 2000, lo repetimos 2 años en la Avenida Alem. Pasamos por el Club Talleres y luego en un escenario natural, por eso tuvo tanto éxito en la Hostería.

No se me ocurrió porque aquí ya existe. Te cuento… la Academia “Huellas del Horizonte” tiene conexión con la Academia en la cual bailaba mi marido, entonces aquí se hacía en el Salón Alpino (o de Convenciones) en la Fiesta de Pascua (o de la Masa Vienesa) un cuadro de “La Pasión” muy parecido y bailado, con un tinte folklórico, aunque no en un escenario natural con todo lo que eso conlleva.

En VGB hay 4 escuelas de folklore y me costó encontrar un lugar con el estilo y la onda de Huellas. Aquí hay una coexistencia entre lo argentino y lo europeo. Entonces vas a ver grupos de bailes suizo, tirolés e italiano que responden a las diversas colectividades y hacen al folklore.

Vine y en el medio apareció la maternidad, sumado al hecho de que el grupo de mi marido ya se había desintegrado hace algún tiempo. Me adapté… muchos aconsejaron poner mi propia Academia. Soy docente y siempre me gustó bailar, puedo enseñar algo. Pero no es mi ritmo de vida ni mi idea, por eso admiré siempre a mi profesor Marcelo Zelaya por la docencia y el movimiento que genera. Tenes que poner tu vida a disposición de la Academia y organizarte. Enseñar a diversas edades, salir a eventos o competencias, rendir exámenes, pensar en el vestuario… un trajín importante. Pero bailar es como aprender a andar en bicicleta y uno nunca se olvida. Así que en algún momento lo retomaremos.

Pero, siendo sincera y pensándolo bien, creo que aquí tranquilamente podemos hacer ese cuadro, pero yo no sería la organizadora (risas)… yo soy extranjera y bailarina. Aquí se hace un Viacrucis bailado, bien contemporáneo, pero con raíz folclórica y en un espacio cerrado. A la gente le gusta mucho y lo disfruta.

Lo que llama la atención, al menos al turista, es la cultura centro europea. El traje, la gastronomía, la construcción y el entorno natural lleno de pinos que le da ese marco. El turista llega muy por eso y no buscando el gaucho y la humita, empanada o tamal como pasa en otros lugares.

Les encanta la Fiesta de la Cerveza y ver los gauchos desfilar a caballo luego de los alemanes y ucranianos. Es realmente muy emocionante porque una cosa no quita lo otro. Llega un punto en el que vos no podés caminar por la calle por tantos turistas, todos tomando mucha cerveza, pero en absoluto respeto con el otro. Lo más lindo es que, al día siguiente, las calles están impecables. No hay descontrol, todo está cuidado. Y eso atrae gente al pueblo porque encuentran algo diferente.

VGB como pueblo tiene, a mi criterio, muchas cosas buenas para imitar. Por supuesto, cada pueblo tiene su idiosincrasia, pero si amas tu lugar lo cuidas, lo respetas y te comprometes con su crecimiento. A veces, queremos eso, pero nos quedamos en el deseo y no hay un compromiso real en el accionar cotidiano con el cuidado de nuestro lugar. Hay que educar mucho para eso. Educar desde pequeños es la clave. Conocer la historia, sentirse parte.

Recuerdo claramente esa obra e imagino cuán fuerte hacer de “María” …


Era un rol muy fuerte porque bailaba en el cuadro y a la vez era María. Tenía que construirlo desde adentro al personaje y sentir la alegría, como en la foto que tengo al "bebé Jesús" y sentir la tristeza de la muerte de un hijo.

Kike Rearte y Marcelo Zelaya me ayudaban mucho en la construcción del personaje que, después, a uno se le termina haciendo carne porque lo repite año a año.

¿Se podría hacer algo como el Oktoberfest en Tafí? Es decir... que vaya de la mano al Festival del Limón y el turista pueda aprender, percibir y disfrutar de todo esto.

Es una fiesta distinta y que tiene una huella digital única. No digo que no se pueda hacer algo similar en Tafí, pero el Festival del Limón está muy asociado a eso. Vienen artistas de renombre y uno los disfruta.

Pero la Fiesta de la Cerveza es diferente porque todo el pueblo se junta con el objetivo de sacarla adelante. Además de ser fiesta, tiene que ver con la identidad del pueblo y sus antepasados. Su historia, vestimenta típica, gastronomía… es la celebración de todo un pueblo que se prepara. Tiene su trasfondo turístico y económico. Más allá de eso, es como si el pueblo abriera las puertas de su casa y te invita a conocerlo y disfrutarlo, haciéndote parte de sus tradiciones. Se embellece todo, se decoran las calles, casas y locales. La gente desfila con sus trajes, se invita a colectividades y cuerpos de bailes del país y de países limítrofes haciendo un evento con mucho color y una mezcla hermosa donde se viven días maravillosos y llenos de música, donde todos trabajan y disfrutan. Muchos imaginan descontrol y nada que ver, todo es familiar.

Y en cuanto al Festival del Limón…. quizás con el paso del tiempo, dándole otro empuje y haciendo que sea más que un Festival. Hay que vincularlo a la raíz taficeña, a la cultura e identidad. A que se puedan mostrar otras cosas propias, abrirlo al turista y al pueblo. Se podría, por supuesto. Hay que escuchar a diversos artistas y ciudadanos con ideas para realizarlo. En un momento se hizo algo en la Avenida Alem, como una Fiesta del Limón, con feria de artesanos y carpas y estuvo buenísimo.

 El Oktoberfest es mágico y maravilloso, se lo espera y se lo prepara con todos los detalles, como si fueses a recibir a alguien muy importante en tu casa. Grandes y chicos lo esperan y esos 10 días se viven de forma prolongada. Cuando termina, el pueblo se adormece hasta retomar su ritmo habitual.

Lo disfrutamos mucho ya que mi esposo vive la Fiesta desde adentro por trabajo y organización. Por mi parte, participo de desfiles y veo los diversos números artísticos acompañada de mi familia que viene siempre desde Tafí. La logística es enorme e impecable ya que, por detrás, hay mucho esfuerzo, alegría y compromiso.

El año pasado fue duro no hacerlo porque se la espera siempre. Ojalá de alguna manera podamos realizarla este año. No sé si en el país hay una fiesta parecida o similar.

No puedo no preguntarte por la bicicletería…

Ese es mi hijo unos años atrás, creo tendría 4 o 5 años. Mi esposo le sacó la foto y realmente me llena de orgullo porque tuvo que ver con mi abuelo y mi papá. Y a la vez siento que es también parte, un pedacito, de la historia de Tafí Viejo porque es un lugar emblemático. Me enorgullece por la tarea que hizo mi abuelo y luego continuó mi papá. Es una postal muy linda.

Es un gran referente. Y siempre le dicen “ay Mele, ¿qué vamos a hacer cuando Ud. no esté?” … y me pasó algo curioso estando aquí. Porque salí a caminar con mi papá y de repente apareció un chico, taficeño y que yo no sabía que estaba en VGB, y no sabés la emoción que le dio. Él no podía creerlo y nos contaba de su infancia y que mi papá era el héroe por arreglarle la bicicleta, se sorprendió de verlo y saber que yo vivía aquí.

Y si la bicicletería pasó de tu abuelo a tu padre, ¿por qué tus hermanos no siguieron con el legado?

Mi papá no se si no les quiso enseñar. Mi viejo comenzó a estudiar en la Universidad, dejó y se dedicó de lleno a la bicicletería… no sé si eso le quedó como un pendiente. Después se casó, llegaron sus hijos y siguió con el oficio continuando lo de mi abuelo.

A nosotros nos inculcaron eso de estudiar, terminar la secundaria y seguir la Universidad… creo nuestros destinos se dieron por otro lado. Mi papá no creo que no nos haya querido enseñar, no lo sé. Pero el lugar tiene mucha historia y muy linda. Yo siempre digo que mi papá es un artesano de esos que ya no quedan porque no tan sólo te vende una bici o repuesto, él te arma la bicicleta porque eso le gusta. Lo comercial no, ama la reparación y la construcción.

¿Qué mensaje le darías a tu familia?

A mi familia, decirle "gracias"... porque son sostén y compañía permanente. Ellos me han apoyado en este proyecto de venirme y aunque nos costó a todos la separación, me alentaron en todo momento y siempre hacen lo posible para acortar las distancias. Les digo gracias por todas las veces que recorren kilómetros para verme y llegan con sus valijas cargadas de tamales, humitas, limones y tortillas. Me traen el aire de Tafí y cuando voy, me esperan con las puertas abiertas de par en par, llenos de charlas hermosas y planes para compartir momentos únicos. Les digo gracias porque me han enseñado a ser fuerte. Tengo a mi familia en mi corazón y entonces no hay distancias, porque me basta pensarlos para sentirlos cerca. Y también quiero decirles que estén tranquilos porque soy una persona muy feliz.