Taficeños

TAFÍ VIEJO

"El Trébol me recuerda al Tafí de niño"
Gonzalo Flores dejó Tafí Viejo en 2011 persiguiendo su sueño de trascender en el básquet. Y fue gracias a ese deporte que pudo recorrer prácticamente todo el país. Conoció a “Manu” Ginóbili y hoy, radicado en El Trébol (Santa Fe), nos cuenta su historia.

VIERNES 05 DE FEBRERO DE 2021 · 21:28 HS

Franco La Pena

El apellido Flores, en Tafí Viejo, está muy ligado al básquet. Nieto del legendario “Kikilo”, mamó el amor por la naranja desde muy chico y fue gracias a ese bendito deporte, que pudo darse el enorme lujo de recorrer la Argentina y dejar su huella en cada paso que dio. A tanto llega la gratitud por el básquet, que le permitió conocer a un tal Emanuel Ginóbili y hoy estar afincado en El Trébol con un presente que le sonríe.

Gonzalo Flores (30 años) se fue de Tafí Viejo hace 10 años cargado de ilusión. “Juego al básquet desde muy chiquito y fue por eso que decidí salir a buscar mi camino en otras provincias hasta que me instalé aquí”, comenta a modo de introducción.

“Me fui a principios de 2011. Mi familia respira básquet y uno de mis objetivos era el de jugar profesionalmente. Por eso sabía que debía buscar un nivel más competitivo en otro lado, para dedicarme sólo al deporte. Surgió una chance en Chaco y, desde ahí que no volví más. Son las decisiones que uno toma convencido de lo que hace”, agrega con una evidente nostalgia.

¿Cómo fue tu inicio en el básquet? ¿En qué clubes estuviste?

Comencé en Juventud Unida por mi abuelo, que era el Tesorero y también por mi papá, que en ese momento jugaba. Mi primer Entrenador fue José “Pichi” Figueroa y después “Gula” Madedo. En el Club estuve poco tiempo, pero me acuerdo de los partidos y ver jugar a Ramiro Manrique, el “Cabezón” Villavicencio, “Willy” Zelaya y las finales en Villa Luján. También los viajes a San Jorge son muy buenos recuerdos. Era chico y jugaba en Juveniles con “Binelli” (Martín Correa), el “Zurdo” Perelló, Matías Manso, José Chavarría y Javier Flores, entre otros.

Tengo recuerdos también de Talleres porque vivía a 2 cuadras. Nunca jugué ahí por la rivalidad, pero siempre iba a ver si se armaban partidos y me quedaba a “mojarrear” como se dice.

Me fui a Tucumán BB donde estuve mucho tiempo y se portaron muy bien conmigo, en todo sentido. Ahí jugué TNA (Torneo Nacional de Ascenso), Liga C y también en Primera. Luego tuve un pequeño paso en Central Córdoba jugando Liga C que ganamos y logramos el ascenso derrotando a Talleres en la final, fue durísimo. Y de ahí volví a Tucumán BB como Juvenil del TNA, pero no jugaba mucho. Aunque si entrenaba como profesional.

Argentino de Castelar fue mi primera experiencia fuera de la provincia y estuve poco más de un mes. Hubo problemas con el pase y la dirigencia. De ahí viajé a Chaco donde jugué 4 años para UNCAUS (Universidad Nacional del Chaco Austral). Sin dudas fue un salto de calidad que necesitaba porque ganamos la Liga C y ascendimos al Torneo Federal (tercera categoría a nivel país) y pude hacer un muy buen torneo. Renové contrato y me lesioné la rodilla (rotura cruzados). Como era una Universidad, se hicieron cargo de todo, lo cual me dio tranquilidad. En ese tiempo comenzaron a jugar TNA y pude recuperarme para sumarme a mitad de temporada.

Al terminar mi contrato pasé a Olimpia (Catamarca) que participaba del Torneo Federal. Hubo muchos problemas y estuvimos 5 meses sin cobrar.

Luego surgió una chance en El Trebolense, jugué un tiempo en CECI de Gálvez (Santa Fe) y nuevamente en El Trébol.

¿Por qué a El Trébol? ¿Cómo es la vida ahí?

Vine porque el club se mostró interesado en sumarme. Un amigo les habló de mí y me gustó la oferta económica. Firmé por 1 año y a los 6 meses me fui a jugar en un pueblo cercano. Ahí pensé que era tiempo de regresar definitivamente a Tucumán, pero volvieron a llamarme y, aquí estamos. Actualmente mi vida pasa por el trabajo en el club ya que, además de jugador, soy Entrenador de las categorías formativas. Estoy aquí todo el día.

Y la vida es la de un pueblo muy tranquilo, pequeño y realmente muy bonito. Cerca de 20 mil habitantes y todos muy amables. La mayoría es gente adulta y, al no tener Universidad, los jóvenes se van a estudiar en Rosario y casi que no vuelven. El Trébol es una ciudad rodeada de mucho campo y el poder adquisitivo es alto. Los chicos van a la Escuela en bicicleta desde los 9 años, lo mismo que al Club.

Aquí tenemos 2 clubes muy grandes y la vida social pasa por ahí, le dan muchísima importancia. A partir de los 3 o 4 años van a las Guarderías de los clubes y después eligen las disciplinas.

El día a día es distinto a Tafí Viejo. Los negocios abren temprano y cierran a las 12. Abren por la tarde y a las 19hs te cierran. Nada que ver con Tafí donde podés encontrar negocios abiertos a las 22hs. Los fines de semana igual.

Permanentemente se organizan eventos municipales, principalmente Ferias de Artesanos. Le dan mucha bola a lo cultural. Ni hablar del “Simposio de Escultores” que es importantísimo para la ciudad porque vienen artistas de todo el país y también de afuera. Trabajan en madera, hierro y mármol. Y luego, esas esculturas, son ubicadas en distintos puntos de la ciudad.

El Trébol, como te contaba, tiene mucho campo y también tambos. Es considerada muy importante en la cuenca lechera, por eso Ilolay tiene aquí una planta industrial.

La ciudad en si no es tan conocida. Pero estamos muy cerca de Cañada Rosquín, donde nació León Gieco.

Pero, en lo deportivo, tenemos una jugadora de vóley muy famosa, Carolina Costagrande. Para muchos entendidos de ese deporte, la mejor del país. Formó parte de la Selección y luego se nacionalizó italiana y fue campeona del Mundial de Japón en 2011 y hasta la eligieron MVP (la mejor jugadora de la final). También ganó títulos en la liga italiana, rusa, turca y china.

Y en el fútbol está Héctor Fértoli que estuvo en Newell`s y San Lorenzo. Hoy es jugador de Racing Club. Y otro futbolista conocido, sobre todo para los hinchas de San Martín, es Esteban Goicoechea.


¿Qué diferencias y similitudes hay con Tafí Viejo?

Y, si hablamos de la vida social, aquí no tenés mucho para hacer. Existe el “centro”, pero no hay shopping o tantos negocios como en Tafí.

La gente espera el fin de semana y lo aprovecha para salir con los chicos a pedalear y tomar mate. Existe un lugar que se llama “El Predio Ecológico” que es lindísimo, con muchos pasillos para caminar y abunda el verde. La Municipalidad lo armó en un espacio que pertenecía al ferrocarril y se llena al igual que las plazas. También van mucho a los clubes. Es diferente a Tafí porque, cuando fui a tomar mate en la plaza, no había nadie.

Y si alguien quiere ir a una ciudad grande, lo más cerca que tiene es Rosario a unos 200kms aproximadamente. No como nosotros que, si organizamos o sale de imprevisto, en 20 minutos estamos en San Miguel o Yerba Buena y podemos sentarnos a comer o ir a bailar.

Por eso digo que aquí aprovechan muchísimo el fin de semana y lo comparten en familia, además la Municipalidad cuida todos los espacios verdes por el uso que la gente le da.

En cuanto a las similitudes, sólo me recuerda al Tafí de antes, de cuando era niño. Estaba todo el día en la calle jugando y el sábado me iba al club con amigos y pasaba allí toda la tarde. Tafí creció porque hay mucha más gente y también mucho más tráfico y negocios. Cada vez que voy me sorprendo.

El Trébol me recuerda al Tafí de niño, de jugar a la pelota en la calle, los carnavales y tirar bombuchas en las calles. A esa vida de antes, como si se hubiera detenido en el tiempo y me genera nostalgia.

¿Qué cosas te sorprendieron?

Muchas cosas. No existe la inseguridad. Si roban una moto, todos se enteran e inmediatamente la encuentran. Al ser chico, y con poca gente, todos se conocen.

La realidad aquí es otra. No hay tanta pobreza como en Tucumán. Si hay personas humildes, pero son bien contenidas por la Municipalidad a través de diversos programas de asistencia y se las ayuda.

Las Escuelas, por ejemplo, son de doble jornada en su gran mayoría y le dan de comer a los chicos que necesitan, además de contenerlos.

Me sorprendió también la cultura de la gente porque es muy respetuosa y cuida mucho su ciudad. Te saludan como si fueses uno más y respetan la convivencia con el prójimo. Es un lugar muy ordenado y limpio, sin basura en las calles. No suben a la moto sin casco, nada que ver a lo que pasa en Tucumán que no existe el casco. Aquí se cumplen las leyes y no podés vender nada si el municipio no te habilita. Aunque quieras vender desde tu casa te controlan todo. Hay que sacar permisos y cumplir normas de bromatología.

Recorriste gran parte del país, ¿te resultó sencillo comenzar de 0 una y otra vez? ¿Cómo hiciste?

No es algo fácil porque esto de ser jugador y estar cambiando de ciudades y equipos, el conocer personas… uno se termina acomodando, pero cuesta. No es como estar en Tucumán donde vos sabes que termina el partido y volvés a tu casa. Puede pasar también que te guste la ciudad, pero haya gente que te haga sentir incómodo.

Pero el hecho de hacer lo que uno quiere te lleva a superar todas esas adversidades. Por eso digo lo importante que es estar bien fuerte de la cabeza para tomar la decisión de dejar tu lugar de confort.

Son 10 años fuera de casa y viajando por muchas provincias, ¿por qué te quedaste en El Trébol? ¿Te pasó algo que te haya hecho pensar en volver definitivamente a Tucumán?

En un momento comencé a pensar en dejar el básquet y volverme. Tuve una muy mala experiencia en Catamarca con los dirigentes porque aseguran van a darte lo que pedís y luego aparece la mitad. Eso te desmotiva.

Apareció esto en El Trébol y es re tranquilo. Al principio no me encontraba y pensaba en volverme para estar con la familia y dejar de renegar porque realmente te saca ganas. Me sale la chance de ir a jugar en CECI de Gálvez y fui a ver qué onda. En ese tiempo conocí a Daiana, mi actual pareja.

Termino la temporada de forma medio regular y vuelvo a El Trébol por las ganas de la Directiva y porque habíamos quedado bien, por eso decidí darme una nueva chance. Quería probar enseñando a los chicos, algo impensado en ese momento y que me encantó. Es hermoso estar con ellos y me resulta apasionante enseñarles, fue un cambio en todo sentido. Ahí fue que me puse de novio.

Entonces todo eso hizo que me sienta más cómodo y motivado. El club empezó a darme más responsabilidades y fui creciendo en todo sentido. Ahora mi trabajo es en El Trebolense y convivo con Daiana.

Actualmente de novio y seguro con muchos proyectos por delante…

Llevamos 5 años juntos. Ella y su hijo Manu me acompañaron siempre y valoro mucho la contención que me dieron desde el principio porque me hicieron sentir su afecto. Eso hace que la distancia sea un poco más llevadera. Además, su familia se portó muy bien y la siento propia porque siempre te invitan y están pendientes, es buenísimo. Cuando tengo que viajar, por ejemplo, me acercan para evitar un mayor gasto de traslado.

Y en cuanto a los proyectos, algo hay. Debo confesar que llegué y aprendí a hacer empanadas tucumanas. Comenzamos en casa, con pequeños servicios de lunch y nos fue bien, la respuesta de la gente fue muy buena. Las empanadas aquí son dulces, horribles. Se come así. Las saladas no son como las tucumanas, menos como las del billar “El Español” jaja…. siempre tuve la idea de traer nuestra comida y sabores.

Ahora el club nos dio la chance de agarrar la cantina de la pileta en este verano. Me dije de hacer algo distinto, sánguche de ternera y queso, algo que aquí no existe… una locura, es el boom. Todos enloquecidos.

Me encantaría tener mi propio local con comida tucumana y poder preparar empanadas y sánguches de milanesa porque, desde que llegué no pude comer un solo sánguche como los nuestros. No hice humita y quiero aprender porque sé que aquí va a gustar mucho. Ojalá pueda concretarlo.

¿Cada cuánto volvés?

Casi que no vuelvo, generalmente para las Fiestas y por unos pocos días. Hago también el esfuerzo de irme para las Vacaciones de Invierno, pero cada vez se hace más difícil por el laburo.

Imagino que, como buen taficeño, ya contaste muchas cosas de aquí…

Soy muy orgulloso del lugar donde vengo, por eso siempre estoy hablando de Tafí y mostrando fotos. Les cuento lo linda que es la ciudad, sus aromas y colores. Todas las calles con sus naranjos y tarcos. También de la Fiesta de San Antonio con sus kermeses y los fuegos artificiales porque aquí no se festeja de igual forma. Que funcionó el Taller más grande de Sudamérica y siempre que vuelvo me doy una vuelta para recorrer. Hice eso con mi novia y le gustó mucho.

Aquí, la gente adulta que se acuerda de eso o conoce la provincia por el limón. También los camioneros del pueblo me cuentan anécdotas de sus pasos por Tafí Viejo.

Te darás cuenta de que el acento se me fue un poco. Lo mismo con algunas palabras. En Chaco, por ejemplo, dije araca un par de veces y me preguntaban el significado porque era la primera vez que lo escuchaban. Pero el paso del tiempo hizo que me olvidara de pronunciarla.

Contame de tu club, El Trebolense

Es muy conocido a nivel nacional por tener una estructura muy bien organizada y por la formación de deportistas en todas sus disciplinas.

Tiene una gran cantera de vóley, se trabaja a un nivel de excelencia. Salen a participar en diversos torneos y ganan en todos lados. Además, tiene como 5 o 6 jugadoras en Liga Nacional y también en la Selección Argentina. Hay un torneo que se llama “Carolina Costagrande” y vienen equipos de varios países a jugarlo.

El fútbol también. Actualmente juegan la liga departamental de San Martín y se espera mucho el clásico con El Expreso. Está el torneo de divisiones formativas y siempre vienen a jugar River, Boca, Newell`s, entre otros equipos importantes del país.

Si te hablo del Tenis, es una disciplina que trabaja muy bien. Cuenta con 5 o 6 canchas y hace poco inauguraron 2 con piso de cemento. Para ese evento vino Gastón Gaudio, Capitán del equipo argentino de Copa Davis. Tiene karate y un trebolense salió campeón argentino.

En básquet, de aquí surgieron los hermanos Cáffaro (Agustín, Francisco y Esteban). Dos de ellos están jugando en Universidades de Estados Unidos y uno ya debutó en la Selección Argentina. Mientras que el más chico, Esteban, sigue jugando aquí. Es un gran proyecto y no tengo dudas va a llegar muy lejos.

Hace poco, en karate, un Trebolense salió campeón argentino. Así que, eso te refleja que aquí hacen muy bien las cosas y los resultados están a la vista.

Me quedé pensando en esto que contabas de la importancia de los clubes. Para vos, ¿cuál es la razón por la cual tengan tanta vida social y eso aquí no suceda? ¿Cómo crees que puede cambiar?

Es simple. Acá pasa por la cultura de la ciudad. Los clubes no dependen de los Gobiernos para mantenerse ya que cuentan con su propia mutual y trabajan de la mano, lo que les permite gozar de un soporte importante. Te brindan todos los servicios, entonces el socio lo valora. La gente trabaja para el club y los ingresos quedan en el club.

Son instituciones realmente grandes y con todas las disciplinas. Bien organizados en todo sentido, por ejemplo, en masa societaria, sus oficinas. Y la gente le saca provecho porque los chicos van a la Guardería del Club desde los 3 años, de ahí a la Escuela Deportiva cuando cumplen los 5 o 6 años y luego eligen el deporte. Generalmente practican todas las disciplinas al igual que los adultos. Si el papá va al club, el nene también va. Es difícil romper eso, está hecho así. Y me encanta.

En Tucumán tenés clubes con una sola cancha de básquet. Y listo, tenés que hacer básquet. Son pocos los que te ofertan de todo, o algo más. Y la mayoría dependen de que el Gobierno les baje plata, y sin plata no hay nada. No sé si los socios aportan.

Acá los clubes te sacan rifas para su beneficio y se organizan muchos eventos como fiestas o cenas. Lo que se recauda va al club y es todo claro.

En Tucumán estamos muy lejos de esa realidad ya que cuesta mucho organizarse para jugar un torneo, por ejemplo. Estaría muy bueno brindarle más servicios al socio, pero que también el socio se haga cargo de la parte que le toca.

En El Trébol, y gran parte de Santa Fe, los clubes son literalmente la segunda casa. De chicos van a las Guarderías y los adultos salen de trabajar y van a hacer distintos deportes como golf, básquet, patín, tenis, padel, fútbol, natación, pileta climatizada, hockey… te dan todas las herramientas.

Saliste de Tafí buscando mejorar tu juego, hacerlo a otro nivel. ¿Lo encontraste aquí?

Si, me encontré con muchas cosas y todo sirve como experiencia. Lo bueno que tiene el básquet santafecino es que hay más cantidad de equipos y, por ende, más calidad. Será por la descendencia alemana, lituana, yugoslava. Eso hace que exista mayor altura. Como te decía, los equipos se sustentan solos y los chicos se pasan todo el día en el club. La competencia es fuerte y bien organizada.

En Primera se juega el Provincial de 30 equipos, un torneo largo. Entonces un chico de 15 años juega con equipos de toda la provincia y todo es muy parejo. No como en Tucumán donde el club recibe dinero de la política y 2 o 3 son competitivos.

Aquí funciona a otro nivel. Hay estadísticas por video y Youtube, también hacen mucho seguimiento y tratan de profesionalizarlo siempre. En Santa Fe si no hay plata, no se juega. En Tucumán te dicen que jugar cuesta 30 y el club sólo cuenta con 15… bueno, juguemos y después vemos jaja… aquí los clubes no deben y pagan siempre. Es raro que pase lo contrario.

¿Pensás radicarte definitivamente ahí?

Y… ahora estoy aquí, radicado. Estoy trabajando bien en el club. Y si me vuelvo va a ser difícil que me paguen lo que aquí gano. O conseguir el trabajo que tengo. O que me valoren como pasa en este lugar. Pienso en el ahora, estoy bien. Volver depende de muchos factores. Estoy muy tranquilo y con muchas oportunidades laborales.

¿Cómo pasaste el tiempo de pandemia?

Fue muy duro. Tenía mis actividades en el club, se cortó absolutamente todo y quedamos parados. Pero aquí, al comienzo, hubo pocos casos porque la Municipalidad cuidó mucho al ciudadano y se facilitó el control.

Tuvimos entrenamientos por Zoom y muchos no entendían el trabajar así. En mayo comenzamos a entrenar con muchos protocolos, nos animamos y salió bien pese a estar en cuarentena. Se podía hacer porque nadie se contagiaba haciendo deporte, si presentaban síntomas los aislaban y el resto seguía con normalidad.

En Tafí sé que se perdió todo un año. Los chicos de Talleres me contaban que volvieron recién en diciembre. Creo que con protocolos pueden volver las Escuelas, hay que buscarle la vuelta. Lo mismo la ciudad que de a poco está abriendo todo y siendo un tanto más permisiva. Tenemos pocos casos y debemos saber convivir con el virus. La responsabilidad es de cada uno. Mal no nos fue y podemos seguir viviendo, pero con cuidado.

El Trébol, ¿es un lugar ideal para que un taficeño pueda progresar y vivir tranquilo?

Si. Podés vivir tranquilo y progresar. Conozco muchos que no nacieron aquí, pero llegaron y se quedaron. Podés crecer sano y seguro. Un ejemplo… siempre hacemos intercambios con clubes de Rosario. Y es increíble ver a los chicos rosarinos sorprendidos de poder pedalear en la calle, cosa que en su ciudad no pueden hacer. Y te lo dicen ellos mismos. Están todo el día encerrados o se manejan en auto, por el pánico lógico de que te roben. Gracias a Dios aquí no se vive con esa sensación.

Si estás soltero no creo te guste tanto. Pero ya con familia de por medio, no tengas dudas que es ideal para vivir. También por lo laboral ya que, como te dije, hay muchas oportunidades. Y eso pasa porque los chicos de aquí se van a otros lugares y dejan abierta esa puerta. Es cuestión de aprovecharlo.

El básquet te regaló un hermoso e inolvidable momento con Emanuel Ginóbili. ¿Cómo fue?

Tremendo. Él tenía una Fundación y organizó un Campus para chicos de todo el país. Fui con Lautaro Solórzano y un chico de apellido Rodríguez. La invitación me llegó gracias a la Asociación de Básquet de Tucumán y estuvimos 3 días entrenando en el CENARD.

Además de “Manu” estaban Fabricio Oberto y Gabriel Fernández, jugadores de la Selección. También Rubén Magnano (DT Selección Argentina) y muchos entrenadores de BsAs que son muy reconocidos. Y el humor a cargo de “Eber Ludueña”, un genio.

Esos días fueron intensos e increíbles. Tenerlo ahí compartiendo con nosotros fue una locura. No dimensionaba estar a su lado… y recién ahora me doy cuenta y digo “qué grande es”. Siempre daba una vuelta a todos los grupos e indicaba cosas que sólo alguien como él puede ver. Y con mucha humildad, era un chico más como cualquiera de nosotros. Te contestaba todo lo que le preguntabas, siempre servicial. Una noche compartió pizzas con nosotros y hablamos de la NBA. “Manu” ahí sentado, uno más y súper atento. Con los chicos decíamos “ahí está Manu”. Y con el tiempo, viéndolo jugar, te das cuenta de donde y con quien estuviste. Más con lo que hizo en NBA y la Selección. Me pasa de ver las fotos y seguir sin creerlo.

En un momento, “Manu” hizo de defensor y me utilizó para explicar el ejercicio. Me aconsejó en varios aspectos de mi juego y eso me pone muy feliz.

Lo mismo con Oberto. Estaba calentando y apareció a mi lado. Me preguntó “¿cómo te sentís? ¿te gusta el lugar?” ... él me preguntó a mi jaja… siendo de la NBA, conversaba con nosotros como uno más.

Valoro mucho haberlo vivido por que fue algo único. Además, después de esa vez, no repitieron el Campus. Así que me queda ese lindo recuerdo.

¿Te quedó algo pendiente con el básquet?

Siempre pienso que me hubiera gustado ser parte de la Selección. Al menos estar en la convocatoria y vivir esa experiencia. En mi época había jugadores muy buenos y era difícil miraran al interior. Ahora eso cambió y realmente me hubiese encantado.

Lo otro pendiente es jugar en la Primera de CAJU y salir campeón. Me fui de chico y no llegué a formar parte del equipo de Primera. Me quedó esa espina, pero uno nunca sabe.

Sí puedo decir que el básquet me dio muchas cosas buenas. Pude jugar con mi hermano Mauro en la Selección Tucumana y en la Primera de El Trébol, también con amigos como Agustín La Pena y Facundo Leguizamón, con quien, además de coincidir en el equipo, éramos compañeros en la Escuela.

El básquet me dio muchos amigos en todo el país, además de permitirme conocer lugares hermosos. Todo eso me queda guardado. Me di el gusto de salir campeón en muchos lugares y conocer a Ginóbili. Todo es enseñanza, todo eso es gracias al básquet y eso lo vuelco a los chicos.

Me hubiese gustado jugar Liga Nacional, pero soy consciente que quizás mi nivel era de TNA… pero me quedo siempre con lo bueno y esas experiencias.

¿Qué se extraña?

La familia. Las amistades y compartir con ellos. Extraño estar en los cumpleaños. La lejanía te obliga a aprender a convivir con eso.

Extraño el verde de Tafí, me vuelvo loco al volver y ver todo eso. Me impacta porque aquí no tengo eso. Si quiero salir a caminar, aquí no existe. El sólo hecho de ver la montaña, ya te choca. Lo mismo si voy por El Cadillal o La Toma, se nota muchísimo. Le pasa igual a gente de afuera. Extraño el perfume de los azahares, sus árboles. Es increíble pero así lo siento. Quizás el taficeño sea más afectivo y cálido, cosa que aquí no ocurre. Me crie así y lo extraño.

Pasé Año Nuevo en El Trébol y fue todo en silencio. En Tafí tenés música en todos lados, ves gente que va y viene, todos a full. Extraño los lugares naturales, que los conocí cuando volví por primera vez y recién ahí comencé a valorarlos y disfrutarlos. Extraño también las empanadas y la milanesa de los billares. Cada vez que voy a Tafí es una parada obligada.

Ni hablar de no poder disfrutar de los hijos de mis amigos. Me encantaría verlos crecer. Se hace difícil esa parte. Pero bueno, son decisiones.

¿Qué mensaje le darías a tu familia?

Agradecimiento por el esfuerzo de siempre acompañándome a todos lados. Se que les costó y siempre tuve mis zapatillas para jugar. Soy lo que soy gracias a ellos. Se bancaron mucho la lejanía y algunos eventos que no estuve, pero siempre están pendientes de mí. Algunas veces vienen y me hace bien. Soy orgulloso de ellos y los extraño. Creo es más duro para ellos que para mí.