Literatura y Cine

#LiteraturadeOctubre: Juzgar un libro por su portada
Siempre me pareció curiosa esta expresión, aunque debo confesar que no adhiero al cien por ciento.

LUNES 03 DE OCTUBRE DE 2016 · 12:51 HS

Emiliano Esteban Flores

Tapa dura, tapa blanda, bilingüe o ilustrada, la industria de los libros y estas ediciones impresas parecen apuntar únicamente a coleccionistas de libros, como yo, que me declaro bibliófilo, y como seguramente habrá muchos más.

Cuánto más rara, bella y valiosa es la edición de un libro más me gusta, puedo tener dos o tres del mismo título. Simplemente adoro el olor a libro nuevo, a tinta recién impresa.

Es una locura, sí, pero cada cual tiene la suya.

Hace unos días, observando mi biblioteca para sentarme a escribir estas líneas, me di cuenta de algo interesante: noté que podía separar mis libros en dos grupos muy distintos.

Por un lado estaban las inmaculadas y ostentosas ediciones de colección, impecables y ufanas, que dan esa sensación de vértigo y miedo al tocarlas, miedo de rasgar el borde de una hoja o arrugarla, de ensuciar una cubierta o entre otros miedos irracionales, y me dio la impresión de que estos eran libros prohibidos, inaccesibles, como los de la antigua biblioteca oscura y enigmática que tanto intrigó a Fray Guillermo de Baskerville en “El nombre de la Rosa” de Umberto Eco. 

Y del otro lado encontramos otros muy distintos, ediciones quizá un poco más modestas, pero justo ahí encontré la magia: esos libros, con hojas dobladas a veces, con la tapa manchada o marcada tenían algo que los otros no: una historia.

Porque pasaron de mano en mano, porque consideré que debían ser compartidos, porque condenarlos a pasar la eternidad en una estantería es un insulto y atenta contra el fin mismo de la literatura: ser leída.

Un cuadro, por más bello que sea y aunque tenga potencialidad para transmitir sensaciones inexplicables no deja de estar anulado si no hay un observador, si alguien no contempla su belleza, sus colores, su textura. Y sucede que es así con todas las disciplinas del arte, es un medio de expresión que apunta a su decodificación por parte de otro.

La literatura no queda exenta, ya que sin el lector, el libro no es más que un cúmulo de palabras sin sentido, aglomeradas y encuadernadas en tomos mudos esperando volver a la vida gracias a ojos curiosos y corazones expectantes que anhelen leerlas.

Mala, buena, best-seller, clásico indiscutible, infantil o adulta, toda la literatura está esperando ser compartida, leída, discutida y comparada, ovacionada o condenada, expectante siempre de la parte más importante de la comunicación efectiva, llegar a alguien, para gustar o no, pero llegar.

Por eso, ver esas ediciones un poco estropeadas me llenó de satisfacción, porque supe que ayudé a esas historias compartiéndolas para que lleguen más lejos,  para que se acerquen a más personas y para quitarles la angustia de quedarse olvidadas e inertes ocupando un espacio sin otro sentido más que convertirse en un simple ornamento.

Lejos estoyde dejar de adquirir esas ediciones especiales, pero comenzaré a disfrutarlas y compartirlas más como a las otras, asegurándome de que cumplan su merecida función, de que cada una tenga una historia, para que cuando veamos su portada el juicio sea favorable y valga la pena apreciar sus cicatrices.

Emiliano Esteban Flores

Estudiante de letras

Octubre de 2016