Apenas terminamos de vivir la alegría de la Resurrección, nos encontramos con el domingo de La Divina Misericordia, en realidad un solo hecho, por que Dios es la misericordia misma ¡ Que domingo tan especial ! Nos encontremos donde nos encontremos, ya sea,  un hospital,  limpiando o almorzando con la familia, sentimos que una lluvia finita de color celeste y rosa, de perfume exquisito, nos ensancha el alma. Es que recibimos en nuestro ser la infinita Misericordia de Dios. MISERICORDIA palabra gemela de compasión. Compartir la pasión del hermano, a esto estamos llamados, este Domingo en especial.  Es cierto que, quien más, quien menos ha compadecido con el hermano. ¿Quien no sufre cundo ve a un indigente temblando de frío o a una madre sufriendo, cargando en sus brazos a su hijo enfermo?  Por nuestras limitaciones humanas somos apenas Compasivos pero muchos de nosotros incapaces de dar hasta que duela, un beso, un abrazo, una caricia alimentos o abrigo. Tenemos un Dios tan misericordioso que envió a su Hijo a morir en una Cruz para perdonarnos,  vaya a saber que cosas... Bendita misericordia que envuelve a este mundo y nos da fuerzas en el dolor, para que sin entender, entendamos. Para estar en armonía con la misericordia debemos pedir a Dios Nuestro Señor que nos de la gracia de ser buenos, simplemente eso, el bueno de corazón siempre sabe como obrar con el hermano. En este día tan caro para los cristianos y todos los hombres del mundo entero, nos pongamos de rodillas, extendamos los brazos y le pidamos Misericordia a Dios que se derrama en amor y nos transforme en hombres Buenos.